Ser receptivos a los asombros de nuestros hijos
Por Pam Laricchia, traducido por Roberto Lujano
En un ambiente formal de aprendizaje, el plan de estudios dicta lo que se espera que el estudiante aprenda. En unschooling, la curiosidad lleva al niño a lo que el elige aprender. ¿Cuál es la ventaja? Libre de seguir su curiosidad, el niño está interesado e involucrado en lo que sea que está haciendo. Cuando su mente esta activamente involucrada, está haciendo observaciones, analizando opciones, haciendo conexiones, y descifrando las cosas. En otras palabras, aprendiendo.
Los seres humanos estamos programados para ser curiosos. Desde edad temprana, los niños están determinados a explorar el mundo a su alrededor y descifrar como funciona. Como padres, nos asombramos de su enfocada determinación: su obvia alegría cuando descubren como comunicar que quieren algo; las innumerables veces que tratan de levantar ese juguete; la tenacidad con la que practican levantarse y tomar esos primeros pasos. Constantemente los animamos mientras aprenden tantas nuevas habilidades en su primer año.
Ahora pueden caminar. Pueden abrir los cajones y meterse en la alacena. Pueden recoger cosas en un lugar y dejarlas caer en otro lugar. Pueden alcanzar nuevas cosas y oprimir nuevos botones. La vida comienza a volverse más desordenada que tan solo un pañal sucio. La insaciable curiosidad de un niño a involucrarse con la vida no desaparece, a menos que los adultos en la vida del niño activamente la desalienten.
“No, ese no es un juguete.”
“No, no hagas un mugrero.”
“No, no toques eso.”
Aparentemente en un estudio de la Universidad de California Los Ángeles se encontró que el niño de 1-2 años de edad oye la palabra “no” unas 400 veces al día. ¡El niño en promedio está determinado en explorar! Y los adultos en sus vidas parecen estar determinados en detenerlos.
El mensaje que realmente estamos enviando a nuestros hijos es el de dejar de ser curiosos. Ignora las cosas en la alacena. No te preguntes que tan lejos el animal de peluche va a volar. Olvídate de experimentar para ver lo que pasará cuando las cosas caigan al suelo después de haberlas dejado caer desde lo alto de la mesa.
Lo racionalizamos, “No tengo tiempo de limpiar eso.” “Se pueden lastimar.” Explorar y aprender sobre el mundo queda en segundo plano a orden y costumbre.
Nuestros niños pasan por las edades de 1-2, pero nuestras justificaciones para detener su exploración continúan.
“No, no puedes ver otro episodio, es hora de dormir.”
“No, no traigas esa artesanía, vas a hacer un mugrero.”
“No, no puedes jugar ese juego, eh oído que es violento.”
Ahora, imagínate en vez de esto, invertir ese tiempo y energía alentando su curiosidad. ¿Cómo podemos hacer eso?
Podemos asegurarnos que los contenidos en la alacena son seguros; encontrar un cuarto, o un patio, donde aventar cosas es menos riesgoso; y colectar diferentes tipos de objetos que no se romperán cuando caigan al suelo, desde plumas a pelotas a bloques de madera.
Podemos considerar quedarnos despiertos tarde y dormir hasta tarde; encontrar un lugar mejor para hacer la artesanía, y checar el juego nosotros mismos, en vez de confiar en rumores.
Desde una perspectiva más amplia, es realmente sobre ser receptivos a los asombros de nuestros hijos.
Permanecer receptivo significa no asumir a donde llegaran las cosas. Es casi lo opuesto a los planes de estudio, donde el siguiente paso no solo está definido, sino también el siguiente y el siguiente. Ser obligado a desfilar por un camino predeterminado deja muy poco espacio para el asombro, la exploración, experimentar la alegría de un descubrimiento inesperado.
Ya que su curiosidad no está siendo contenida, una de las características refrescantes del unschooling en los niños es su entusiasmo por la vida. ¿Cómo podría ser la vida con niños inquisitivos e involucrados?
Se puede ver como una enorme ciudad de Legos, días o semanas construyendo una comunidad contemporánea con tiendas, parques, casas, ciudadanos, o una base futurística con un cuarto de control y cuarteles para dormir y naves espaciales y alienígenas, o un campo medieval con una armería y un molino y dragones y habitantes.
Se puede ver como un niño concentrándose jugando un videojuego, mientras lees la guía en voz alta buscando consejos y trucos, entre tus turnos del juego de mesa que estás jugando con tus otros hijos, todos tomándose un momento para celebrar cuando un jefe es derrotado, o alguien tira un seis, o cae en el fondo de la escalera más larga.
Se puede ver como un show de títeres, puesto detrás de un sillón, lleno de diálogos, efectos de sonido y risas, contigo grabándolo y todos viéndolo inmediatamente después. Esto resultando en más risas.
Se puede ver como una tarde en la semana en el prácticamente desierto parque, serpenteando la llanta columpio un sinnúmero de veces, con sus pasajeros riendo sin cesar al tiempo que dejas ir el columpio, finalmente su energía infinita los estimula a explorar la estructura de juego y escapar de los piratas a través del túnel-tobogán.
Se puede ver como cada niño en su cuarto, uno leyendo y escribiendo en un foro en línea, uno preparando su equipo para una sesión de fotos, uno jugando un juego de computadora. Cada uno deambulando de vez en cuando para platicar y recoger un refrigerio, tu llamándolos en el pasillo preguntándoles si a alguno le gustaría una taza de té que estas preparando.
En cada uno de esas pequeñas imágenes, ¿puedes ver la intensidad de la actividad en la que están involucrados? ¿Te Imaginas lo que está pasando por debajo de la superficie? El aprendizaje es desenfrenado. Ya que cada niño está siguiendo su curiosidad, se adentran en su interés tan profundamente como quieren – quizás la ciudad Lego dure un día, o una semana, o un mes; quizás tomen 100 fotos, y luego jueguen con la perspectiva y tomen otras 100, luego reorganicen el equipo y tomen 200 más. La creatividad prospera.
Los días mismos pueden ser muy diferentes, pero la curiosidad que los impulsa es la misma: ¿Que les gusta hacer? ¿Qué preguntas hacen? ¿Qué les gustaría intentar? ¿En quienes se quieren convertir?
Unschooling es sobre ayudarlos al mismo tiempo que exploran las preguntas que los impulsa. Explorar el mundo se convierte en algo a disfrutarse en sí mismo. El aprendizaje de la vida se vuelve tan natural como respirar.
Alentar su curiosidad es sobre permanecer abierto a las posibilidades, dando a las oportunidades el potencial para florecer.
Si decidimos en nuestras limitaciones antes de tiempo y nos aferramos a ellas firmemente, nuestras vidas pueden no ser tan mágicas como pudieran ser. Puede ser más difícil para nuestros niños descubrir la alegría y el aprendizaje que ser curioso puede traerles a lo largo de sus vidas.
Permanece abierto a las ondas, las conexiones. Se curioso.
Nunca sabes a donde te puedan conducir.
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Primera publicación en The Natural Parent Magazine, ejemplar 18, Otoño 2015