Siendo el socio de nuestro hijo
Por Pam Laricchia, traducido por Roberto Lujano
Creo que mi palabra favorita es Sí – grita conexión en el momento. Dice “¡estoy aquí!” Hay tantas cosas maravillosas que pueden pasar cuando decimos sí. Esto definitivamente incluye cuando decimos sí a nuestros hijos.
“¡Sí!, Preparemos las pinturas.”
“¡Sí!, Salgamos y juguemos a cachar la pelota.
“¡Sí!, Puedes construir un fuerte en la sala.
Decir Sí a nuestros hijos es siempre una oportunidad de conectar y de divertirse. Aun así, muchas veces nuestro impulso inicial es el de decir No.
“No, las pinturas son muy sucias, trae los crayones.”
“No, no puedo salir, tengo que hacer el lunch.”
“No, no quiero que se ensucien las sabanas.”
Por supuesto, algunas circunstancias requieren un No, pero no tan seguido como podríamos pensar. Si el No se convierte en nuestra respuesta automática, ¡imagínate todas las cosas de las que nos podemos perder!
Detente. Toma un respiro. Considera las posibilidades. ¿Hay alguna forma de decir Sí?
Es nuestra opción.
SIEMPRE tenemos la opción de como respondemos a nuestros hijos, aun así es difícil realmente llamar a nuestra respuesta una opción si honestamente no consideramos más de una posibilidad.
Como adultos nos hemos acostumbrado a mirar al momento después del momento, y decidir que las consecuencias son muy altas. ¿Pero por el estándar de quién? Seguro, podemos recordar rápidamente todas las cosas en nuestra mente que tenemos que hacer, como el almuerzo y lavar los platos. ¿Pero estamos tomando en cuenta el compromiso activo y el gozo real que ese momento les puede traer a nuestros niños? Hay una línea en mi libro “Libre para Aprender” que todavía regularmente me viene a la mente:
“Como padre, puedes tomar un momento para ver las cosas en una visión más amplia y darte cuenta que estas son aventuras maravillosas y emocionantes para tu hija; más emocionantes para ella que una sala limpia lo es para ti.”
Se me eriza la piel cada vez porque me recuerda que nuestros niños están explorando el mundo con gozo y desenfreno. ¿Quiero realmente desalentar eso? ¿Quiero disminuir su entusiasmo para adentrarse en sus actividades profundamente? ¡Yo no!
No solo porque quiero que sus días sean de gozo, sino también porque sé que es donde sucede el mejor aprendizaje. Esa fue una razón muy importante por la que elegí unschooling en primer lugar. Si se vuelve nuestro habito re-direccionar a nuestro niños en vez de involucrarnos con ellos, el unschooling sufre. Su aprendizaje no es tan expansivo como podría ser y nuestra relación no es tan fuerte.
Mi punto no es hacer sentir a nadie culpable al decir No, pero estimular a los padres a hacer una elección real. Hay tantas posibilidades entre Sí y No a considerar. Aun si te encuentras diciendo No regularmente, esa puede ser una pista de que debes investigar más a profundidad y preguntarte porqué lo haces.
Como las reglas obstaculizan el camino
Una de las maneras en las cuales podemos caer en la rutina de re-direccionar a nuestros hijos es a través de depender de reglas. Los consejos de crianza convencional abundan acerca de tener reglas y asegurarte de que tus niños las sigan. Parece lógico por lo menos en la superficie. ¿No necesitan aprender Límites? ¿No hay cuestiones de seguridad?
Una de las cosas que he aprendido a través de unschooling es que reglas estrictas pueden ser un obstáculo del aprendizaje real y de las relaciones sólidas. Muy seguido las reglas se usan como atajos – substitutos para pensar en el momento. “En esa situación, siempre has esto.” Padres bien intencionados quieren que sus niños memoricen como hacer lo correcto en una situación dada.
¿Pero qué pasa cuando los padres no se encuentran cerca? Muy a menudo he visto a niños romper la regla cuando los padres no se encuentran en la cercanía para hacerla cumplir. No existe razonamiento real: no se trata de las ventajas y desventajas de la acción en sí misma, pero quién está cerca para verla.
Qué pasa cuando nuestros hijos crecen y se encuentran con nuevas situaciones. Como padres no podemos predecir cada situación posible antes de que ocurra. He encontrado que ellos hacen mejores elecciones cuando entienden el razonamiento detrás de la regla. Cuando ellos entienden los principios involucrados, cuando ellos tienen la habilidad de anticipar las consecuencias tanto para ellos como para las personas a su alrededor, están mejor equipados para analizar situaciones y descifrar un camino razonable a seguir. Pueden pensar por sí mismos.
De hecho, cuando ellos entienden la razón detrás de la regla y la entienden, la regla en sí misma no es necesaria. Ellos elegirán hacer lo que es más lógico para ellos porque, bueno, ¡es lógico!
Así que, mientras que las reglas pueden parecer rápidas y eficientes en el momento, discutir y evaluar situaciones conduce a mucho más aprendizaje. Es verdad que toma más tiempo, pero con unschooling estamos eligiendo tomar ese tiempo. Queremos que nuestros niños sean capaces de pensar por sí mismos. No solo eso, estas discusiones también mejoran nuestras relaciones porque nos entendemos cada uno mejor a medida que enfrentamos estas situaciones. ¡Todos ganan!
Sin reglas automatizando nuestras repuestas, es más fácil tomar ese momento para considerar las posibilidades. Para preguntarnos, ¿Porque no un Sí?
Siendo el socio de nuestro hijo.
Cuando elegimos unschooling como el ambiente de aprendizaje de nuestros niños, estamos eligiendo involucrarnos profundamente con ellos en sus días. Algunas veces esto significa estar directamente involucrado con ellos en sus actividades; otras veces esto significa ser accesible. De cualquier manera, esto significa estar disponible y dispuesto, genuinamente considerando las peticiones de nuestros hijos.
Cuando decimos Sí, no solo los estamos ayudando a explorar el mundo, estamos dando pasos con más firmeza en el papel de socios de nuestros hijos. Con esa mentalidad, es menos probable que mis propias suposiciones y miedos distorsionen mi visión, y desde ahí, empiezo a realmente ver el mundo a través de los ojos de mi hijo.
Vemos la manera en que están mezclando las pinturas para obtener el color que están visualizando. Vemos su abundante energía al correr detrás de la pelota, una y otra vez y una vez más. Vemos su emoción sincera cuando nos invitan a entrar en su fuerte para ver los tesoros que han reunido: sus libros favoritos, su almohada y su comida favorita, el cable de electricidad que han traído a su fuerte para conectar su consola de juegos de video.
Estos son los invaluables momentos de conexión que no ocurrirán si no estamos abiertos para recibirlos. Sin esta profundidad de conexión y entendimiento, nuestra habilidad de apoyarlos completamente en su aprendizaje se verá obstaculizada. Cuando no los conocemos con profundidad, no estaremos seguros de qué sugerencias e ideas que nos vienen a la mente podrían funcionar mejor para ellos.
Por supuesto, no siempre estaremos en lo “correcto” – siempre estamos aprendiendo también. Aun así si estamos constantemente fuera de “base“, será bastante obvio para nuestro hijo que no estamos prestando especial atención, que realmente no los entendemos. Su confianza hacia nosotros comenzará a marchitarse y sin esa confianza, no vendrán a pedirnos ayuda cuando tengan una pregunta o problema. Nos volveremos cada vez menos involucrados en sus vidas y aprendizaje. El unschooling sufrirá.
En vez de esto, ve en donde se encuentran y ayúdalos a completar sus objetivos. Ahí es donde la conexión y flujo viven. Donde la creatividad y el aprendizaje prosperan. Donde las relaciones sólidas florecen. En ese momento.
Cuando realizamos el trabajo para cambiar más allá de la dinámica de padre-hijo y nos pensamos como los socios de nuestros hijos al explorar el mundo, mantenemos las posibilidades abiertas.
Encontramos el Sí.
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Primera publicación en The Natural Parent Magazine, Ejemplar 22, Otoño 2016